Conócete a ti mismo. A través de la historia muchos de los grandes filósofos, pensadores, intelectuales y humanistas tales como Buda, Aristóteles, Platón, San Agustín, Benjamín Franklin, Oscar Wilde, Nietzsche, Pascal, Einstein, Gandhi entre muchos otros, han insistido reiteradamente en una idea fundamental para el incremento de la sabiduría: “Conócete a ti mismo”.
Cuando Jesús dijo: «Yo soy la luz del mundo», se estaba definiendo a sí mismo. Él estaba diciendo: «Yo sé quién soy.» Más de 18 veces en la Biblia, Jesús dice: «Yo soy» y luego da una descripción de sí mismo.
Superar confusiones
A su vez, El Dalai Lama manifestó en su libro “Conócete a ti mismo tal como realmente eres”, lo siguiente: “Si no nos conocemos plenamente, nos perjudicamos a nosotros mismos debido a nuestra percepción exagerada y errónea del yo, de los demás, de los acontecimientos externos y de las cosas físicas.
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Hasta nuestros sentidos nos engañan, primero induciéndonos al apego y después a acciones negativas que indefectiblemente nos acosarán en el futuro. Conocernos a nosotros mismos implica superar estas confusiones con el fin de alcanzar un conocimiento realista de nuestra saludable interdependencia. Nuestra aceptación tácita de las cosas tal como aparecen se llama ignorancia, que no solo supone desconocer la verdadera existencia de las personas y las cosas, sino percibir erróneamente su naturaleza fundamental”.
¿Hacia dónde nos lleva conocernos a nosotros mismos?
Conocernos a nosotros mismos es un ejercicio que va más allá de la sola introspección, más allá de develar nuestras percepciones equivocadas para hacerles frente. Es esclarecer nuestros deseos y conocer nuestro origen y nuestra evolución. Encontrar el propósito de nuestra existencia sea cual sea y aferrarse a ella con todas las fuerzas conservando siempre la mente y el corazón abiertos.
Vivir sin dogmas, entendiendo y admitiendo nuestro limitado conocimiento sin miedo a las contradicciones. Es no engañarnos a nosotros mismos aceptando siempre la naturaleza de todas las cosas dándonos el permiso de ser humanos.
Éric Mávic
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