Esperanza para las mujeres de Tucson
Hola! Tucson Magazine recientemente visitó el albergue para mujeres Sister José Women´s Center, un lugar muy especial dedicado a ayudar a las mujeres indigentes y sus mascotas. La fundadora del centro y directora ejecutiva, Jean Fedigan, nos dio un recorrido por las instalaciones recientemente renovadas y explicó cómo la ayuda económica recibida por parte de la Ciudad y el Condado le han ayudado en su misión de brindar un refugio para este sector vulnerable de la población.
Jean, enfermera de profesión y miembro activo de la comunidad de la iglesia de Nuestra Sra. de los Dolores, se dio cuenta de la falta de un albergue para mujeres en Tucson. Cuando durante un frío día de invierno cooperando con Soup Patrol con el hermano David, se dio cuenta que las mujeres no tenían un lugar a donde ir al caer la noche. Entonces, Jean le pidió ayuda a Monseñor Thomas, director de la Parroquía de Nuestra Sra. de los Dolores, para encontrar un lugar que fungiera como refugio para las mujeres durante los meses de invierno. En el año 2009, Jean sumó esfuerzos con otros miembros de la parroquia y pronto se unieron veintidós voluntarios a la iniciativa. Poco tiempo después, comenzó el refugio en la Iglesia pentecostal al sur del centro de la ciudad.
-Jean, ¿Cómo comenzó todo esto?
Cuando abrimos el primer invierno, estaba conmovida y sorprendida de que una de las personas a la que ayudamos tenía 83 años. Pero lo que me impactó mucho más, fue la gran falta y carencia de servicios adecuados para atender las necesidades de las mujeres indigentes en Tucson. Había varios factores a considerar: la edad de las mujeres y sus problemas médicos y mentales, aunado a los constantes peligros a los que se enfrenan en las calles cada noche. Con esto, me quedó claro que necesitaban de servicios específicos y un lugar seguro donde refugiarse.
Durante el primer año, comprendí que estas mujeres acababan de perder su sustento económico, sus matrimonios, sus familias, sus bienes, simplemente no tenían nada. Ese mismo año, incluso tuvimos una persona con cáncer que había quedado que estaba en situación de calle, porque el hospital la dio de alta, y no tenía ningún lugar a donde ir.
-¿Qué pasó con aquel albergue con el empezaron?
Después de tres años en la iglesia Pentecostal, que era bastante reducida, rentamos una casa. Uno de nuestros benefactores se comprometió a rentar una casa para nuestro albergue, pero conseguimos una casa pequeña, con dos baños, una bañera, y dos lavadoras. Pensé que podría cocinar en la cocina, pero no era una cocina comercial, así que me las arreglé de distintas maneras para poder dar de comer a las mujeres durante el día
Pronto comenzamos a trabajar en cooperación con Caridad Community Kitchens, y entonces comenzamos a dar servicio durante el día. En ese momento, solo podía recibir a once mujeres, dos de ellas en el pórtico. Muy pronto me di cuenta de la necesidad de dar albergue a más mujeres y ofrecer un mapa en con el que pudieran identificar dónde encontrar recursos de ayuda específicos para esta población.
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Durante los cuatro años siguientes, buscamos un inmueble adecuado, y recaudamos fondos, con la ayuda de algunos mecenas, que aportaron cantidades importantes, tratamos de comprar diferentes lugares, pero nadie quería a los indigentes en su vecindario. Finalmente, descubrimos este edificio, una vieja compañía de fontanería, la compramos, y yo le pedí a mi amigo Steve Teufel que la remodelara. Él también invitó a sus amigos al proyecto, quienes donaron lo suficiente para no tener la necesidad de endeudarnos con un préstamo.
– ¿Cómo hicieron frente a la pandemia?
Al principio no podíamos dar servicio por varios meses. No podía atenderlas al interior, solamente 30 de 257 voluntarios siguieron trabajando. Se necesito de mucha flexibilidad para adaptarnos en cómo continuar. En algunos casos, tuve que negar el servicio fue muy triste. Sin embargo, nunca cerramos. Hoy en día, si nos vienen a tomar una ducha, a lavar su ropa, o por un desayuno, les tomamos la temperatura, y nos aseguramos de que estén bien. El uso de mascarilla es obligatorio; incluso si muchos de ellos están vacunados. Como soy enfermera, soy muy estricta con los protocolos para el covid-19.
-¿Cuáles son sus expectativas?
Me gustaría decir que esto no se necesitará en el futuro, pero lo necesitaremos por un largo tiempo, y es nuestro trabajo, asegurarnos que la comunidad entienda lo valioso y lo importante de nuestro trabajo , de tal modo que estén dispuestos a apoyarnos en el futuro, trabajando con agencias que ayuden a que las mujeres salgan adelante. Necesitamos más ayuda en el ámbito de la salud mental y física.
De hecho, estamos construyendo una extensión, y hemos recibidos mucho apoyo por parte de la Ciudad de Tucson y el Condado de Pima, especialmente los concejales Steve Kozachik y Richard Fimbres. Tenemos un gran equipo que hará de este albergue sostenible a través del tiempo.
Actualmente, estamos instalando paneles solares y hemos incrementado el espacio para albergar hasta 40 personas por noche. En este momento, continuamos con los estrictos protocolos para la prevención del covid-19 y el distanciamiento social, incluso hemos instalado unas barreras de cristal transparente para separar las camas.
-¿Cuál es el mensaje para nuestros lectores?
Es importante generar conciencia en nuestra comunidad, como hacemos lo mejor para ayudarles a conseguir un trabajo, pero cómo haces eso cuando tienes una enfermedad mental o médica. ¿Cómo es posible que tengas que llevar contigo tus pertenencias cuando vas a trabajar? A los empleadores no les gusta eso, ellos piden una dirección y un número de teléfono y la mayoría de estas mujeres no tienen eso.
Invito a nuestra comunidad en Tucson a que también sea parte de esto. Hay una gran cantidad de gente que no sabe de este albergue Sister José Women´s Center. Especialmente las mujeres hispanas, quiero que sepan que estamos aquí para extenderles la mano.
¡Esta es mi misión, mi amor, mi pasión!