Los humanos nos
damos demasiada importancia

El concepto de supervivencia implica hablar de un ser vivo (bacteria o animal) así como de la vida misma. No siempre es fácil entender la relación entre sí. La vida es un “ente egoísta” que utiliza sus “poderes” de forma indiscriminada para lograr su único objetivo: perpetuarse. En general, los humanos creemos que controlamos nuestra existencia y que nuestro propósito de vida es lo que nos mueve, pero es la vida la que mueve nuestro propósito.

¿Es importante darnos cuenta de qué todo lo que hacemos tiene como fin preservar la vida?

Por “preservar la vida”, no me refiero al acto deliberado de mantener la existencia de un individuo o especie en particular como la tortuga o el delfín, sino de preservar la esencia propia y unificadora de cada uno de los seres vivos. El darnos cuenta de la existencia de esta esencia y cómo manipula nuestro cuerpo, mente y espíritu para la supervivencia, nos permite caer en cuenta del mal uso que hacemos de algunas de las herramientas con las que nos dotó: sin número de armas con el objetivo de cuidarnos, de preservarnos y de preservarse a sí misma que, paradójicamente, nos ponen en riesgo de morir.

Desgraciadamente hasta hoy, los homos sapiens en nuestra infinita arrogancia ignorante, hemos llegado a creer que somos seres trascendentales, nos hemos convencido de que somos únicos y no tan solo poco comunes a través de historias que cada persona, cada grupo y cada nación inventa y se cuenta.

«Los conflictos humanos llevan a luchas: mis dioses contra tus dioses, mi proyecto de inmortalidad contra tu proyecto de inmortalidad. La raíz del mal causado por los humanos no es la naturaleza “animal del hombre”, ni su agresividad territorial, o su egoísmo innato, sino nuestra necesidad de ganar autoestima, negar nuestra mortalidad y lograr una imagen heroica de nosotros mismos.

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¡Nuestro deseo de lo mejor es la causa de lo peor! Queremos limpiar el mundo, convertirlo en algo perfecto, mantenerlo a salvo para la democracia o para el comunismo, purificarlo de los enemigos de Dios, eliminar el mal, crear una ciudad de alabastro sin rastro de lágrimas humanas, o un Reich que dure mil años.» (Becker, La negación de la muerte).

Para la vida somos tan solo uno más de los transportes que se han desarrollado en su departamento de ingeniería genética, y aunque formamos parte de la más reciente generación de su versión homínida con «inteligencia artificial», no somos en lo más mínimo indispensables para ella. La verdad es que, si el día de mañana un meteorito colisionara con la tierra y todos los seres humanos dejáramos de existir nada cambiaría para el universo; la Vida, seguramente seguiría su marcha sin contratiempos.

Eric Mavic

Humans overestimate their importance

While the concept of survival implies a living being (bacteria or animal) and the life itself, it is not easy to understand the relation between survival and Life itself. Life is a “selfish entity” seeking to perpetuate itself by any means. As Humans, we to tend to believe we control our existence and that we are moved by our life purpose, but the Life moves our purpose instead. 

Is it important to realize everything we do is intended to preserve life?

When I say “to preserve life”, I mean to preserve the unifying and own essence of all living beings, not just to preserve species, for instance, endangered species. By being aware of this essence and how it leads us to survival through our behavior, mind and soul, we can perceive when we use some of these survival mechanisms in the wrong way that, paradoxically, put us a risk of death.

Due to our ignorance and arrogance, we consider our species: homo sapiens as a transcendental creature, we firmly believe that we are unique through tales by every person, every group, and every nation. In other words, to quote Carl Sagan: “Life is neither Good or bad, it’s just different”.

Human conflicts lead to battles: my deity v. your deity, my path to immortality v. your path to immortality. Human’s animal nature is not the root of human evil, nor territory defense, but the need of confidence, by denying death in order to achieve a heroic image of us.

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Our desire for the best is the cause of the worst. We want to clean up the world, make it perfect, keep it safe for democracy or communism, purify it of the enemies of God, eliminate evil, establish an alabaster city undimmed by human tears, or a thousand-year Reich” (Becker, The denial of the Death).

For Life, we are just one more of the life creations by its genetic engineering department, and in spite of the fact that we belong to one of its most recent models: hominids, even if we developed A.I. (artificial intelligence), humans are not indispensable for life. If an asteroid hit Earth tomorrow, killing every single human being, the Universe would not change. Life on Earth will make its way.

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